Los 216 centĂmetros son una bendiciĂłn para Alex Len dentro de la cancha, pero tambiĂ©n fuera de ella como comprobĂł su amigo Jay Johnson el pasado 25 de abril en la RepĂşblica Dominicana. Ambos se encontraban de vacaciones en el paĂs caribeño junto a Serhii Vysotskyi, amigo Ăntimo del jugador de Phoenix Suns, y Ricardo Dickerson, director de la fundaciĂłn benĂ©fica del pĂvot ucraniano, cuando la tragedia por casi les atrapa. Ese fatĂdico dĂa, Johnson tenĂa sĂłlo la intenciĂłn de mojarse los pies en la orilla. La lluvia y el viento que azotaban Punta Cana estuvieron ya cerca de pasarle una mala jugada a Vysotskyi por lo que Len avisĂł: “Ten cuidado”. Pero Jay siguiĂł adelante.
El agua frĂa le hizo saltar una ola. Luego una segunda. Pero al llegar la tercera, no sintiĂł la arena bajo sus pies en la caĂda y al darse la vuelta, se dio cuenta de que estaba a 40 metros de su punto inicial. A 40 metros de sus amigos con la corriente arrastrándole. “Cuando tratĂ© de nadar, no iba a ninguna parte. Las olas venĂan muy rápidas. Cada vez que ascendĂa, una ola me golpeaba. EntrĂ© en pánico”, comentĂł al Arizona Republic.
Ante esta trágica situaciĂłn, Len fue su salvaciĂłn. “PensĂ© que me morĂa. ArriesgĂł su vida por mĂ. La gente no sabe lo cerca que he estado de morir”, confesĂł el amigo del pĂvot que al oĂrle gritar “socorro” pensĂł que era una broma. El miedo en la voz de Johnson y sus movimientos acabaron con esa idea.
El jugador de los Suns decidiĂł lanzarse al agua. Es un gran nadador. Parte de su entrenamiento consiste en nadar ininterrumpidamente durante 90 minutos. “En el momento que lleguĂ© estaba a punto de desmayarse. No podĂa nadar. No se movĂa. Si llegĂł a aparecer un par de minutos más tarde, probablemente se habrĂa ahogado”, comentĂł un Len que agarrĂł en el agua los 90 kilos de su amigo y los llevĂł cerca de un socorrista profesional que, con un flotador, se zambullĂł en el mar para ayudar a los dos.
La idea, aunque bienintencionada, fue inĂştil. El flotador no podĂa soportar el peso de la vĂctima y el socorrista no podĂa con Ă©l. AhĂ, Len, entrĂł de nuevo en acciĂłn. AgarrĂł la cuerda del salvavidas y tirĂł de ambos aprovechando la fuerza de sus piernas. Su altura, además, le permitiĂł tocar con rapidez el fondo, por lo que el impulso fue aĂşn mayor. DespuĂ©s de 10 minutos angustiosos, todos acabaron en la orilla. Fue un final feliz. “Si Ă©l (Len) no llega a ser tan alto, estarĂamos enterrando sus cuerpos”, comentĂł un guardia de seguridad del hotel donde se hospedaban.
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